El oxígeno, es la hemoglobina de la sangre que lo capta en nuestro plasma para distribuirlo directamente en las células. La proporción de hemoglobina corresponde al porcentaje de O2 del aire que respiramos (21%). Así que el cuerpo no puede absorber una dosis más elevada excepto si el cuerpo está bajo presión. La presión permite al oxigeno disolverse en los líquidos corporales, quedarse almacenado y enfocarse donde más se necesita o hace falta.